BLOGGER TEMPLATES AND TWITTER BACKGROUNDS »

viernes, 8 de junio de 2012

Historia de un amor

La puerta de aquella vieja tienda a la que tanto me gustaba ir,siempre se atascaba, impidiendo así que la gente pudiese entrar,si no llamaban antes al timbre.
Murmuré un improperio en voz baja y toqué el timbre insistentemente esperando que Samantha,desde dentro,hubiese escuchado el timbre
. -¡Voy pequeña,voy!¡ten un poco de paciencia con esta vieja!
Al ver a Samantha avanzando hacia la puerta tan deprisa como sus setenta años la permitían,me calme y traté de que mi mal genio pasara antes de que ella me recibiese.
No sin esfuerzo,la tendera abrió la puerta recibiéndome con su mejor sonrisa.
-Pasa pequeña,¡que insistencia la tuya,eh!
Arrastré los pies hasta dentro de la tienda sin mucho ánimo,paseando la mirada por los nuevos objetos de segunda mano que se agolpaban en los estantes sin orden ni concierto.
Hacía ya tres años que había descubierto esa vieja tienda,cuando buscando un sitio donde comprar un viejo gramófono para regalar a papá,había dado con mis huesos en esa pequeña tienda.
De repente,alcé la vista y me encontré con la mirada de ceño fruncido de Samantha mirándome con la mano en la mejilla como siempre la ponía cuando meditaba sobre algo.
-Traes lo ojos llenos de tristeza hoy pequeña,¿algo va mal?
Bajé la mirada mordiéndome el labio como siempre hacía cuando trataba de aguantar las lágrimas.
-Todo bien,tranquila.
Pasé a su lado evitando su mirada y entré hasta el fondo intentando calmarme.
Al llegar al mostrador,me giré despacio,con miedo de encontrarme con su penetrante mirada de ojos verdes.
-Hace mucho que unos ojos no me engañan y los tuyos no van a ser menos.
Samantha se acercaba a mi arrastrando los pies con cierta gracia que hacía que no aparentase su edad.
-Cuéntame,¿qué ronda esa cabecita tuya?
Arrastró los pies hasta la puerta de la trastienda retirando la cortina invitándome a pasar.
Pasé delante de ella hasta la pequeña trastienda.
Aquella trastienda era una mezcla entre el caos más absoluto y una casa hippie. Tenía una mesa-camilla redonda con viejas faldillas que habían conocido mejores tiempo,dos mecedoras colocadas una frente a la otra y una tetera llena de té casi siempre recién hecho.
Las paredes estaban cubiertas de estanterías llenas de viejos libros,pequeñas brujas de pelo revuelto y alguna que otra cajita pequeña de madera decorada en colores discretos,todo colocado de manera que parecía no estar colocado.
Me senté en una mecedora e hice que se moviese con el impulso de mis pies. Samantha se sentó frente a mi con un poco de dificultad mirándome,esperando paciente a que yo decidiera soltar la verborrea de pensamientos y sentimientos que me rondaban la mente.
Resoplé.
-Me gusta un chico y hoy se lo dije y me dijo que yo también le gusto,pero que no quiere estar conmigo por miedo a pasarlo mal.
Agaché la cabeza con los ojos empañados mordiéndome el labio y subí los pies arriba.
-¡Oh pequeña!lo siento mucho.Pero no solo por ti,también por él.
Alcé la cabeza sin entender muy bien y la miré curiosa y casi cabreada. -¿Por él por qué?soy yo a la que han rechazado,no él.
Samantha se sirvió una taza de té y me indicó con la cabeza si quería.
Asentí esperando una explicación.
-Lo siento por él por dos motivos,pequeña:el primero es que eres una niña excelente y se perderá la oportunidad de pasar preciosos momento a tu lado,pero por lo que realmente lo siento es porque tiene miedo de amar,y ese es el peor miedo que existe.¿Alguna vez te he contado como conocí a mi marido?
Bajé los pies al suelo y me incliné hacia delante apoyando los codos en la mesa mirándola llena de curiosidad.
-No,nunca me lo has contado.
Tomó un trago de té y lo saboreó con demasiada calma para mi gusto haciendo que me impacientase.
Se acomodó en su mecedora y se balanceó suavemente sonríendo con una mezcla de nostalgia y dulzura.
Poco a poco,me fue relatando su historia.
Me contó como ella también había tenido miedo a amar y como al perderle,se dió cuenta de que le necesitaba mucho más de lo que ella creía.
Me contó lo enamorada que estaba,lo que para ella significaba estar al lado de Gael,lo importante que era para ella verle sonreir,verle feliz.
Fruncí el ceño bajando la cabeza sin entender muy bien que tenía que ver esa historia conmigo. Suspiré y mire a Samantha que de reojo miraba las escaleras que subían hacia la parte de arriba donde se encontraba su vivienda.
Una dulce sonrisa se dibujó en su rostro al ver a Gael sentado en las escaleras escuchando atento la historia que Samantha acababa de relatarme:la historia de su amor.
Al volver la mirada hacia Samantha pude ver en sus ojos un brillo que hasta ahora jamás había visto.
Me miró y estiró su brazo para apretar suavemente mi mano.
-Como ves,querida,yo también sé lo que es tener miedo a amar,pero también sé lo que es enfrentarse a ese miedo,superarlo y conocer el amor verdadero-dijo con los ojos más llenos de vida que nunca-ese que hace que sonrías solo con pensar en su nombre,en su sonrisa,en el sonido de su voz cuando dice tu nombre o te susurra te amo al oido-se levantó como si volviese a tener veintidós años de nuevo-es difícil entregarse¡claro que es difícil!-dijo alzando la voz-pero déjame decirte algo,pequeña-se acercó a mi levantandome la cabeza por la barbilla sonriendome con amor y cariño-el superar los miedos y entregarse a la persona que se ama es lo mejor que le puede pasar a un corazón enamorado.
Y déjame decirte que,aún hoy,a mis setenta años,cada noche me acuna entre sus brazos hasta que el sueño me gana y me quedo dormida,y esa es la sensación más maravillosa del mundo.
Me besó la frente suavemente y salió de la trastienda dejándome tiempo para que pusiera en orden mis pensamientos